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STEPHANIE KELTON Y LA INFLACIÓN

Stephanie Kelton es la autora de “El mito del déficit”, best seller de divulgación económica y social de esta adherente de la Teoría Monetaria Moderna. 

En @lastresconsignas.ar examinaremos varias de sus ideas fuerza. Tendremos en cuenta que sus conceptos buscan ser aplicados a estudiar la economía de Estados Unidos, por lo que trataremos de extrapolarlos a nuestra realidad.

El capítulo 2 del libro se refiere al vínculo entre el déficit fiscal y la inflación.

Allí confronta un lugar común: “El déficit fiscal es la evidencia del gasto excesivo”, con su afirmación propia: “La evidencia del gasto excesivo es la inflación”.

O sea: sostiene que la inflación es causada por el gasto excesivo, pero el déficit fiscal no es necesariamente gasto excesivo y cuando lo es, no es el único gasto excesivo posible, ya que el problema puede surgir de la actividad privada en general.

En consecuencia eliminar el déficit fiscal puede ser simplemente recesivo, eliminando inyecciones de dinero que la economía necesita para expandirse o para atender necesidades sociales, sin corregir problemas inflacionarios preexistentes y solo perjudicando grupos o sectores que necesitaban esos ingresos.

¿Cómo saber si es necesario actuar sobre el déficit?, se pregunta S.K.

Ante todo, si se está en condiciones de pleno empleo y la franja en situación de pobreza es muy baja.

En tal escenario es probable que haya presión de demanda sobre algunos sectores con dificultad para expandir su oferta y allí nace un foco de inflación.

Cuando hay alta desocupación y/o pobreza, por el contrario, S.K. entiende – como muchos – que el déficit tiene una función promotora del empleo y de la calidad de vida, que lo valida, sin daños sobre el nivel de precios.

En tal escenario, la discusión que la autora promueve es sobre la referencia de desocupación “natural” que la economía ortodoxa sostiene que debe existir – alrededor del 5% – para no generar presiones inflacionarias. Afirma y en buena medida demuestra que ese es un mero prejuicio académico, que sirve a los capitalistas para frenar reclamos de distribución de ingresos a favor de los trabajadores.

Su tesis es que por claras razones de equidad social un gobierno debe tener como meta permanente el pleno empleo y es solo a partir de allí que se debe tomar precauciones fuertes para no recalentar la economía, generando inflación.

Sin buscarlo expresamente, S.K. organiza todo su pensamiento alrededor de la idea que la economía tiene como definida prioridad buscar resultados positivos en la calidad de vida general, sin caer en el esquematismo de suponer que una variable económica – en este caso la ausencia de déficit fiscal- puede ser la medicina necesaria, en particular para controlar la inflación.

QUE FALTA PARA ESTAR HABLANDO DE LA ARGENTINA

S.K. es rotunda: todo su marco conceptual se aplica a un país con soberanía monetaria, o sea un país con un gobierno en condiciones de usar su moneda como instrumento económico de alcance amplio.

En ningún momento incorpora al escenario la dependencia del flujo o del stock de la moneda de otro país, que solo se puede conseguir por comercio o tomando deuda.

Es claro que en caso que la relación con el mundo se deba hacer en una moneda que no se controla, aparece inmediatamente una restricción fuerte, al tener que responder qué sucede cuando el flujo de esa moneda es insuficiente para atender las necesidades de importaciones y otros egresos necesarios para que el sistema productivo funcione con eficiencia.

En el documento “el buen vivir” hemos hecho una introducción a esta cuestión y la seguiremos profundizando. Lo concreto es que al existir un bien escaso – la divisa – que no producimos, automáticamente aparece la inseguridad sobre su disponibilidad y en una instancia inmediata, la divisa se convierte en refugio de valor. A eso se agrega la posibilidad de ejercer un poder discrecional en la sociedad por parte de aquellos que tienen acceso a divisas, sea por su actividad productiva o por su capacidad especulativa.

El drama queda listo para que todos los ciudadanos de a pie lo debamos sufrir.

Tan ajena es esta cuestión para S.K. desde su realidad norteamericana, como las otras facetas de la inflación que se derivan – reitero – de una sociedad inestable e insegura sobre su futuro económico.

En particular, la acción de los formadores de precios, le merece solo una oración en todo el capítulo, que dice: “Las compañías con suficiente poder de mercado también pueden elevar los precios unilateralmente subir los precios en busca de mayores y mayores ganancias”. 

Para su estructura conceptual este hecho es secundario frente a las críticas ortodoxas al déficit fiscal y el nocivo efecto de ese camino sobre el nivel de empleo general. Sin embargo, señala que el uso y abuso del poder relativo puede ser inflacionario.

Agregaríamos nosotros: Vaya si es inflacionario en un país que está acudiendo permanentemente a los botes del naufragio, sobre la premisa que no alcanzan para todos.

Leer “El mito del déficit” lo considero una necesidad. Analizar desde allí nuestra realidad, un desafío.

EMM/ 31.7.24 

Un comentario en “Stephanie Kelton y la inflación

  1. Ing Muñoz dice:

    Coincido con el analisis de la autora y el “que falta”. En esencia, falta industrializacion para exportar valor agregado y hacer “super” positiva la balanza comercial. Es decir: exportar decenas de reactores p/radioisotopos, decenas de satelies geoestacionarios, decenas de radares 3D, millones de semillas MG, millones de vacunas, toneladas de petroquimica, miles de maquinas agricolas, un par de CAREM no vendria mal tampoco, y por supuesto tambien commodities…

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